22 Nov Mi banda sonora
Cada que me preguntan “¿Cuál es mi música favorita?”, respondo con un certero y fulminante “Me gusta la música tropical colombiana”. La mirada de mi interlocutor normalmente se amplía y no entiende la respuesta.
Sí. Al parecer no es muy común que una mujer abogada, tatuada, con piercing y pelo teñido, tenga como géneros favoritos esos que pertenecen al pueblo, que son nuestra raíz y que vibran con instrumentos bastante desconocidos. Pero así es y así ha sido desde que tengo uso de razón.
Crecí en familias muy musicales. Familias en las que los sonidos tropicales, españoles y mexicanos siempre han sido los preferidos. Desde pasodobles, boleros y rancheras, pasando por son cubano, el metal de mi tío y las baladas ochentudas de mi papá, siempre la música ha estado presente. Es normal que en una celebración cualquiera haya orquesta, conjunto vallenato, banda pelayera, trío o mariachi. Mi mamá saca las faldas de cumbiamba, mi tío el acordeón, mi primo las maracas y entre todos nos peleamos el micrófono. ¡Qué más podían esperar!
En fin. a medida que fui creciendo, mis gustos tropicales se hacían cada vez menos comunes entre mis amigos y poco atractivos para las personas de mi edad. Aclaro, el rock, el punk y la música de gaita irlandesa son muy joviales, pero raramente me verán ustedes trabajar al ritmo de una de ellas o levantarme un domingo a buscar una lista musical con su contenido. Por el contrario, un porro, una cumbia, un alabao, una champeta o un currulao son comunes en mis listas de reproducción.
Así entonces, y como siempre pasa, la vida lo va poniendo a uno donde cree que será muy feliz. Y a mi me puso en una familia que se costeñizó por adopción. De Medellín a Santa Marta, y más adelante a Cartagena, los paseos siempre eran a la costa caribe colombiana. Con primos costeños a bordo siempre zumbando con buen vallenato. Del viejo, del tradicional.
Con esa influencia caribe en mis venas y con personas cercanas que nutrían mi curiosidad me fui adentrando en géneros diferentes al vallenato, sinónimo de sabor y cadencia. La vida seguía rodeándome de personas que compartían esos gustos y que me enseñaban día a día. Me acerqué a la tambora, la marimba de chonta, y el millo y empecé a dejarme seducir por sus tonadas que no invitan a nada más que a moverse y dejarse llevar.
Entonces, sabiéndome afortunada por estar en el país cuna de mis géneros favoritos, busqué la forma de empezar a vivir las fiestas y festivales que hacían tributo a estos ritmos e instrumentos, y que más que nada, se dedican a celebrar la vida. En ese camino se empezó a abrir para mi una Colombia desconocida de la que aun me falta muchísimo por descubrir y recorrer.
He ido poco a poco coleccionando amaneceres, gastando suelas de zapatos en varias alboradas y atesorando experiencias bailadoras. Más allá de eso, he conocido personas maravillosas, gente talentosa, matronas amables que siempre abren las puertas de su hogar con un plato de sancocho en leña y digo con orgullo que tengo en mi celular contactos como Pedro mototaxi Pelayo, Henri Gaita Ovejas, Tomás Guía Mavecure o MamiPiedi Guacherna Santoto.
Muchas veces lo he dicho. Si las vidas tuvieran una banda sonora, la mía sería poco ortodoxa. Con sonidos de bombardino, llamador, redoblante y marimba y en los coros una gaita. ¡Qué sabor! Al menos me gustan estos géneros locales janis, qué tal que me gustara la polka rusa o la música de cámara alemana y me tocara ir a Rusia o Alemania a vivir estas emociones corporales.
María de Lourdes
Posted at 23:05h, 24 NoviembreMe encanta!!!!???
Martha L. Arbeláez
Posted at 14:38h, 25 NoviembreNo podiamos esperar menos mi Julietika linda!! Esa eres tu!!!!
Le Matiuuuuuuuu
Posted at 18:56h, 25 NoviembreBravooiio.. ..esto si que es SABOOOOORRRR¡¡…AArriba mi July
Olga
Posted at 05:05h, 27 NoviembreMi amor miooo. Hermosa….me transportaste…nostalgia….tal vez…pero lo mejor de lo mejor tu….tu coletazo entrañable, particular, amoroso y familiar y bueno obvioooooo obvisimoooo mis 2 retoños mis juanes….mis cadtageneros…tuyos tambien.
Te ame. Te amo y te amare. Siempre en mi coraxon