09 Ene La joya que pisamos
Estoy rodeada de muchas personas que, por fortuna, han podido viajar y recorrer lugares remotos del mundo como Tanzania, Tailandia o Australia. Incluso, han vivido en Nueva Zelanda o Rusia y han comprobado lo que dice aquella famosa frase de Mark Twain “Viajar es malo para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente”.
Sin embargo, no es necesario irse del continente para ver ciertas joyas terrenales. Es más, ni siquiera hay que salir del país. He tenido la fortuna de viajar a lugares remotos, pero también he sido una comprometida con recorrer y aventurarme a lugares poco conocidos de la geografía nacional.
La cultura de la cual provengo, la paisa, ha sido exploradora, austera y colonizadora. La mayoría de las personas de mi generación tienen historias de viajes eternos a bordo de carros no muy cómodos con la excusa de visitar a la abuela, llegar a una finca o terminar en cualquier rincón del Caribe gozando de unos días de mar. Desde pequeña recuerdo los viajes de 15 horas para llegar a ver a mi familia en Santa Marta, o las travesías de 12 horas para llegar a Melgar esquivando los problemas de orden público de finales de los 90. Las mejores anécdotas y aventuras.
Todo este recorrido de caminos me ha llevado a ser una viajera aventurera, de esas que llegan en bus, chalupa, y caballo a conocer las maravillas de nuestro país. A ver de cerca los encantos de esa joya que a diario pisamos pero que desafortunadamente desconocemos por completo.
Impresiona llegar a estos sitios y que los locales se sorprendan al ver un colombiano entre los visitantes. He visto grupos de europeos llegar al Guainía y al Guaviare en busca de aves exóticas. He estado en Ciudad Perdida en un comedor rodeada por completo de personas no hispanoparlantes, sintiéndome extranjera. Entre tantas travesías me he hecho amiga de varios guías y con frecuencia ellos mismos lo admiten: “Jani es que al colombiano le gusta es que le digan lo que vale la pena. No valora hasta que el gringo se lo muestra”.
A veces para conocer estas joyas se sacrifica un poco la comodidad, pero ello es compensado con creces cuando usted ve imponentes cerros y volcanes, coloridos atardeceres, joyas arquitectónicas que son patrimonio inmaterial o especies nativas que no se encuentran en otro lugar.
Con mucha emoción veo como cada vez más amigos se motivan por las caminatas hacia cerros, páramos o ríos. Miro en sus redes cómo los fines de semana son menos de centros comerciales y más de caminatas y paseos al aire libre a conocer lugares cercanos.
Espero que no sea necesario que los extranjeros tengan que venir a mostrarnos nuestra riqueza y que apoyemos las iniciativas de turismo de comunidades que se generan en estos paraísos, favoreciendo también el emprendimiento sostenible y la generación de ingresos, todo con el cometido de conocer mejor la joya que pisamos.
Melisa
Posted at 21:12h, 09 EneroMejor no puede estar expresado! Hay que conocer lo de adentro para poder salir con el pecho en alto y hablar de lo maravilloso que es nuestro pais!
IrenPam
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