18 Abr Comunicarse sin complicarse
-Esta es la segunda entrada de cuatro que estaremos publicando con algunas reflexiones sobre #MoñitosVisibles y el trabajo en comunidad-
En el año 2017 asistí a un Congreso sobre negocios y emprendimientos verdes en Barranquilla y desde ese momento he venido pensando en la importancia de adaptar el lenguaje al público objetivo del mensaje que se quiere transmitir.
En esa ocasión una chica le hablaba sobre logística y cadena de producción a un grupo de personas, en su mayoría campesinos y emprendedores venidos de los departamentos del sur de Colombia. El contenido de la charla era vital y estaba muy bien preparada, pero definitivamente el lenguaje, el uso de anglicismos y palabras técnicas hacían que el mensaje disminuyera su impacto en el público objetivo. Ellos estaban atentos y emocionados pero no hablaban el mismo lenguaje que la panelista.
Como este caso hay muchos pero fue cuando llegué a #MoñitosVisibles que el tema se me hizo mucho más relevante.
Vengo de un entorno corporativo y de empresa privada donde el spanglish, las palabras complejas y sofisticadas y los anglicismos son frecuentes. A eso le sumo que los últimos 6 años trabajé en una empresa donde el 90% del trabajo es hecho en inglés.
Llegar a Moñitos trajo consigo el reto de adaptar el discurso y las formas de comunicación comprensibles y naturales para uno, por un lenguaje accesible y ajustado para la población con la que trabajaría.
Esta fue una tarea constante en la planeación de las jornadas con los niños, jóvenes y madres de familia, porque para poder que el saber fluyera en ambas direcciones, de ellos hacia nosotros y de nosotros hacia ellos, era vital que habláramos el mismo lenguaje, claro, directo y sencillo.
Los niños por ejemplo se comunican a través del juego, de dibujos y de trabajos manuales. A los jóvenes les gustan actividades que los reten y los pongan a reflexionar e incluyen también trabajos manuales. A las madres de familia les gustan los nuevos conceptos y las manualidades igualmente. Moñitos es un entorno abierto y muy creativo, por lo tanto no podíamos llegar sólo con una charla magistral sino hacer del proceso comunicativo algo más lúdico.
Hablamos con cada uno de los voluntarios invitados acerca de la población foco y su formación y nivel de escolaridad para que ellos también adaptaran su lenguaje. Aun así, tuvimos situaciones que exigieron mucho esfuerzo del voluntario para adaptar su discurso y los asistentes se sentían perdidos ante la complejidad del contenido.
Para tranquilidad de todos, las sesiones se adaptaron en la marcha y todas fueron excelentes y muy enriquecedoras, y nos ayudaron a todos a concientizarnos sobre la realidad de la periferia colombiana.
Después de estos meses estoy aún más convencida que para demostrar conocimiento no es necesario adornarse de palabras complejas que tal vez distorsionen el mensaje, sino más bien, el reto es volver simple lo complejo para que todos, desde nuestros diferentes saberes, nos podamos comprender.
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